viernes, 19 de agosto de 2022

El Powa, Corazón de un Reino

 


«El Boque Powa representa nuestro interior,
desarrollándose en plena naturaleza
y convergiendo los distintos elementos entre sí».

Al Bosque Powa la llaman el corazón del reino y a la primera frondosidad, se le llamó la Selva del Urbian, el Powa acrecentó su poder cuando menos se esperaba y todo se hallaba perdido.

El Bosque conformada un solo cuerpo, un gigantesco macrocosmos constituido por múltiples elementos, respondiendo a una misma voz y a un solo cometido; retraerse y aislarse del mundo exterior.

Un solo organismo en el que todas sus partes protegen y guardan el acceso al interior del mismo, siendo uno de los lugares más recónditos y apartados de Erde. Un universo sagrado y paralelo a la selva del Urbian en el norte de la isla y tierra de Melodía.

En el interior del Powa perviven dos comunidades, una para los hombres y otras para las mujeres; el pueblo de la Roca y Casalún la aldea de las mujeres. A la Roca la guardan los hombres panteras, a Casalún las mayas, las mujeres guerreras.


«Cada árbol necesita de su espacio para poder desarrollarse.
al igual que cada persona necesita el suyo propio».

«Se introdujeron en el interior del Bosque Powa, cruzando multitud de retorcidos senderos y dando la sensación de entrar en un laberinto sin final, donde un penetrante olor a hinojo y enebro le invadían los sentidos. Riscos y grandiosas vetas de piedra, emergían súbitamente de la tierra, arropadas por plantas trepadoras que ocultaban peligrosas pozas de agua. Un lugar virtuoso en el que los árboles y sus sombras atesoraban el tesoro de un conocimiento inaccesible para el resto de los habitantes de la isla».

«La búsqueda de una zona amable en la que poder manifestarse
y desarrollarse es fundamental para el género humano».

«Al fin alcanzó el Powa tras algo más de una semana de viaje. El bosque se abrió frente al mar de hierba, tal como si se enfrentasen con dos fuerzas literalmente opuestas. Una representaba el espacio abierto, la luz y sus extensiones ilimitadas, mientras la otra simbolizaba lo recóndito, la oscuridad y lo secreto».


«La muralla que levantaban los árboles, era tan cerrada que hubo de dar un largo rodeo a lo largo de su periferia, hasta encontrar un lugar por donde se le permitiese el acceso. La penumbra se le vino encima nada más cruzar el límite del bosque, y siendo ya muy entrada la tarde, dudó de si continuar el viaje o acampar allí mismo».

«El contacto con zonas verdaderas no modifica nada,
hablo en lo concerniente a nuestra conducta y neurosis,
pero si nos predispone a la posibilidad
regresar al medio natural y descubrir su proceso».

«En el interior la poca luz disponible se filtraba mitigada, sobrepasando apenas, la densidad de unos árboles que, retorcidos y ensortijados, dificultaban el acceso al interior del mismo. Por lo que decidió no aventurarse y descansar en la entrada misma del pasaje. Permitiendo a Dulzura, nutrirse de la sabrosa hierba de la pradera por última vez. Suponiendo que una vez repuesto de fuerzas apreciaría con mayores ánimos el camino a seguir».


«A la entrada de la tarde se acercaban hasta la fuente y montados sobre Dulzura, recorriendo los senderos de Lunda y descubriendo el universo íntimo e impenetrable del Powa. De una manera u otra retrocedían al pasado, repitiendo una misma vivencia y experimentando lo ya vivido en la lejana adolescencia. Todo retornaba como parte de un proceso sin concluir, por lo que pasado y presente se volvieron piezas de un mismo elemento».

«La selva o la jungla,
no es más que una proyección de nuestra vida diaria.
Vivimos rodeados por una maraña artificial y 
conceptos sin sentido que nos llevan 
a poner distancia sobre aquello que es obvio».

«Al abrir los ojos, la tenue luz del amanecer inundaba las ramas de los árboles, comprobando son satisfacción, como en el interior del bosque, una senda se introducía milagrosamente entre la maleza. Por lo que una vez vencido el cansancio y pasada la oscuridad de la noche; los compendios vegetales y la frondosidad del Powa decidieron permitirle el acceso, al espíritu del reino».

«Existe una energía especial y hoy desconocida para nosotros.
Se manifiesta en lugares donde el hombre no llega.
En dichas zonas, el latido de la tierra es bien distinto,
por lo que, en estos momentos de la humanidad,
es necesaria cierta disciplina para poder sentirla.
Hemos olvidado demasiado».

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