miércoles, 27 de abril de 2022

La Encantada

 


La Encantada es una pequeña laguna, inmersa en el interior de un desfiladero, por donde desciende escalonadamente un afluente del Sión, que da lugar al nacimiento del Ambrosía. El Sión emerge desde la profundidad agreste e impenetrable del País, en donde cae descomponiéndose y conformando el salto del Ánima, diseñando así el asombroso paisaje de la Roca. Desde allí cruza el corazón del Powa hasta abrazar el Valle, esquiva cerros y eriales, salva frondosidades y abruptas quebradas que van conformando su caudal. El Sión es la sangre del Powa, y el Ambrosía es el hijo que acaricia con docilidad nuestro Valle y su pradera. Sin él no habría posibilidad de subsistencia alguna.

Continuamos avanzando con mucho cuidado, apoyándonos el uno en el otro, hasta descubrir un gran salto de agua que cae sobre una pequeña laguna redonda, conocida como La Encantada. Ahora se trata de alcanzar el borde del estanque, así que jugando intentamos alcanzarnos tirándonos de la ropa. Me descalzo y hundo los pies en la helada agua, invito al comandador a que lo haga y me imite, pero este no lo hace; los hombres siempre pecan de presuntuosos…

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Cartas a Thyrsá –ExLibric- 2018


viernes, 22 de abril de 2022

Las Danam Aítes y el Paso de la Muerte I

 


Psyche Sleeping, de Kinuko Y. Cralt

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"Nadie es tan poderoso para escapar del Paso de los Aítes. Cada persona tenemos designado un tiempo de vida y cuando este caprichosamente se consume, queramos o no, hemos de salvar forzosamente ese trámite; suponiendo este nuestro gran y último desafío".

El Paso, significa la importancia y necesidad de experimentar en plena lucidez el trance que nos lleva de la vida a la muerte.

Para acompañar dicho proceso, existe en Casalún la orden de las Aítes, que han de servir de ayuda y guía durante el tránsito de la muerte.

Se cuenta que quien deja el cuerpo en paz y armonía cumpliendo los aítes no retorna más.

La Danam Aíte o responsable del Paso, y seré ella quien acompañé a la persona moribunda, despojándola progresivamente de toda apariencia artificial.

Le hablará en un idioma desconocido pero que se comunicará directamente con el espíritu.

Crearán un ambiente confortable y en el que progresivamente y según avance el proceso habrán de disminuir toda luz para quedar una sola vela blanca iluminando el recinto.

No faltarán los rezos e invocaciones e incluso se le pedirá a la persona moribunda que participe en ellos.

Se recitarán los mantras u oraciones necesarias para purificar su mente y le harán tomar conciencia y lucidez del momento.

Se mantendrá el recinto en pleno silencio.

Jamás se deben pronunciar palabras ordinarias, ni levantar la voz en su entorno.

La Danam Aíte, deberá averiguar una palabra poderosa, la última y la más sagrada. Junto a una última sílaba que habrá de pronunciarse en su oído izquierdo y en el momento exacto de abandonar el cuerpo.

También, averiguar sí es deseo del moribundo de que alguien especial le acompañe durante el proceso.

La temperatura habrá de ser perfecta y el cuerpo se vestirá tan solo de piel, cubierto por una sábana blanca y del hilo más liviano posible.

Se purificará debidamente el entorno con agua de manantial.

Conforme avance el proceso, un dulce incienso colmará el recinto.

Por último, la Danam Aíte invocará la esfera de luz que, se mantendrá impasible y flotando sobre el cuerpo, hasta que se consuma el último aliento de la vida del moribundo.

lunes, 11 de abril de 2022

Introducción a la Magia Feérica


Forest Guardian
Thomas Stoop

«Vengan hadas, sáquenme de este mundo aburrido, porque yo cabalgaría con ustedes sobre el viento y bailaría sobre las montañas como una llama».

W.B Yeats.
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La Magia Feérica, consiste en utilizar o contactar con la energía espiritual de los seres feéricos o incorpóreos.

He de advertir, dada la amplia variedad de estos seres, que esta energía puede ser de muchas clases, por lo que recomendamos trabajar únicamente con aquellas que sean beneficiosas y serviciales.

Para poder respetarlos mejor y contactar con ellos será necesario conocer sus costumbres y tradiciones ya que son pueblos muy antiguos y tremendamente apegadas a ellas.

La magia es un estado natural del ser y en el que la mente se llena de asombro.

La magia puede iluminarlo todo en tu vida, tan solo tenemos que abrirnos a ella.

Cuando invocamos este tipo de magia, invocamos a un tipo de seres que trascienden la frontera del tiempo. La tradición nos dice que al cruzar esta línea del tiempo, todo transcurre de manera distinta. Hacerlo es sumamente peligroso, por lo que evitaremos cruzar esa frontera limitándonos a intentar el contacto y la comunicación con dichos seres y energía.


«La energía feérica está ligada a la naturaleza».

Al trabajar con esta magia podemos llegar a contactar con Devas y Elementales de mundos superiores, por lo que es imprescindible establecer respeto y una máxima consideración en nuestra práctica.

Es imprescindible respetar la naturaleza para llevar a cabo este trabajo.

Es imprescindible mantener la fe en lo que hacemos, evitaremos banalidades y palabrerías superfluas mientras ejercitamos dicha disciplina.

Dichos seres suelen tener relación directa con los elementos; Tierra, Aíre, Fuego y Agua.

Aunque hay excepciones como por ejemplo los seres feéricos del hogar, tal como los Brownies o los Hobgoblins, que se encuentran unidos a caseríos, mansiones, castillos y casas muy antiguas. También los hay ligados a la familia y su linaje como ya iremos viendo próximamente.

La magia es el elemento bajo el cual la mente modifica la realidad y como todo en la vida; toda habilidad se obtiene mediante la práctica y la experiencia.

Será necesario establecer unas pautas de comportamiento para alcanzar los objetivos y obtener algún tipo de experiencia que nos permita alcanzar unos mínimos que nos permitan modificar nuestra conducta y estilo de vida e incluso transformar nuestro entorno haciéndolo más amable y acogedor.

sábado, 9 de abril de 2022

El encuentro profundo con el árbol

 


«Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy, todavía, plantaría un árbol».

Martin Luther King

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Cada árbol contiene un tipo determinado de energía. Unos favorecen la fluidez, otros proporcionan delicadeza, otros apertura, más algunos de ellos son puros laberintos. Estos últimos son los mejores, pues nos muestran una maraña de brozas y ramas secas que nos invitan a desprendernos de lo innecesario. También los hay largos y piramidales que parecen ascender hasta tocar las nubes, y estos pueden ayudarnos a sostener nuestro equilibrio, mientras lo hay retorcidos lo que nos da a entender sobre la obstinación y el empecinamiento necesario para sobrevivir.

Aquí trataremos de las múltiples posibilidades del encuentro terapéutico con «El Árbol», su comunicación y contacto. El proceso de maduración del espacio y del tiempo necesario para dar lugar a cierta posibilidad de «otro tipo de contacto».

Para ello resultará imprescindible hacerlo desde una nueva apertura, por lo que es necesario olvidarnos de la impresiones y expectativas generadas, dado a que su hábitat no es el nuestro, razón por la que habremos de buscar una nueva vía comunicativa.

Necesitaremos de paciencia y esfuerzo para abrirnos a esa nueva ruta donde impera la calma y el silencio, por lo que habremos de omitir todo diálogo posible. Lo que implica un proceso largo y tedioso, en el que es necesario de cierta humildad y recogimiento, dado que la rigidez y los modelos preestablecidos nos hacen imposible la debida confluencia.

Intentaremos que nos sea posible establecer un vínculo con lo más profundo con la naturaleza del árbol, tan alejada de nosotros. En principio, percibiremos una quietud que nos exasperará, una calma que no nos dirá nada y que habremos de dejarla pasar. Hasta ser capaces de despojarnos de toda defensa y todo cuanto nos sobra.


@Hanahonua

Pasado un tiempo, días, semanas incluso, comprobaremos que el Árbol sigue ahí, inmutable, frente a nosotros y como si realmente le importásemos lo más mínimo. Indiferente a nuestra conducta. Sin embargo, este no huye ni nos dará la espalda. Simplemente… continúa ahí, majestuoso.

Creedme si os digo que es necesario pasar por este proceso.

Una vez despojados y entregados al proceso, ya podremos atrevernos con el contacto. Lo haremos primero sobre su tronco y su áspera o delicada corteza. Continuaremos con sus ramas y hojas. Pegaremos nuestros oídos e intentaremos captar ese primer rumor, casi imperceptible, para ir más allá y abrazarnos a él, entregando «todo» a él.

Será necesario dejar pasar el tiempo cediendo a esta complacencia del que sabe que no le aguarda nada, tan solo nutrirse de una grata compañía.

Hasta llegado el momento en que percibiremos cierto movimiento, el sonido de las hojas acompañada de un ligero viento y poco a poco nuestros sentidos se abrirán como una flor ante la llegada de la luz y esa sensación nos conducirá a un vacío. Comprenderemos entonces, que esa quietud está colmada de sensaciones nuevas y que hemos descubierto una nueva manera de percibir cuanto se manifiesta en nuestra mente; ahora vacía de contenido, pero colmada de virtud.

El ego se ha detenido, ahora nuestra entrega es verdadera, tras ese primer «contacto vaciado de contenido», insisto, y tan distinto a cualquier tipo de movimiento anteriormente percibido. Este descubrimiento es tan solo el principio, por lo que habremos de continuar reeducándonos sin la aparente necesidad de aguardar nada.

Entonces, llegará el momento en que, desde muy dentro de nosotros, obtendremos la convicción de que no estamos solos y que el árbol ha pasado a convertirse en una «presencia activa» en nuestra vida.

A partir de ese momento, la tradición nos hablará de los pastores de los árboles y «Sanjaya», el alma de los árboles nos ofrecerá su dicha y discernimiento.


sábado, 2 de abril de 2022

Pergaminos y Colores



John William Waterhouse
Lady of Shalott, 1915

Ramá y Sien, las hijas mariposas

En el taller de escribanía reina una placidez absoluta, pero si pones tu atención, adviertes el paso de algún insecto, el chasquido de una pluma introduciéndose en el tintero o el rayado del punzón sobre el manuscrito, pero nada más. 

Luego están los olores, esos aromas que no se marchan ni cuando una duerme. El olor a piel curtida, oro bruñido, yeso o la esencia penetrante de las tintas. 

Sin dificultad alguna, adivinaría su coloración guiándome tan solo por la fragancia que destila el pergamino; la tinta roja despeja cierto olor a humo o carbón, y el bermellón, por ejemplo, destila un fuerte olor a mercurio y orina; el rojo dragón, tan dificultoso y extraño de conseguir, huele a sangre, a sangre de elefantes y dragones muertos en combate; el azul difiere plenamente en aromas, pues nos llega en olor a minerales o quizás al agua estancada de los pantanos; el violeta se da a hierbas heliotropos y el ultramar se acerca al particular lapislázuli; el verde de malaquita no huele a hierbas, ni a praderas, sino a profusas arenas del centro de la piedra, y el amarillo sol, tan inconfundible, nos trae el olor a flores de tierras llanas, y si fuese algo anaranjado, nos acercaría aromas de azafrán. El blanco, sin duda, al albayalde y a la inmaculada clara de huevo; refrescante en el boceto, siempre se busca y siempre se halla.


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Las Granjas Paradiso – ExLibric- 2022



Pinocho, la puerta secreta.

  «¿Qué nombre le pondré? —Se preguntó a sí mismo. —Le llamaré Pinocho, y este nombre le traerá fortuna. He conocido una familia de Pinocho...