Noru, el garante de la Roca

«Frente a nuestro joven se encontraba Noru,

cuyo nombre significaba algo así como el rayo en la tormenta».

El menudo caballero avanza con el torso desnudo; su cabeza rapada le otorga un aspecto majestuoso, más una extrema delgadez que borda y marca la piel. Suenan truenos en la oscuridad que perfilan sombras y misterios sobre el rostro. Su semblante denota cierta religiosidad; desconcertando sus pequeños ojillos de mirada corrosiva y envueltos bajo un mar de cejas y pestañas bruñidas. 

De baja estatura, cabeza limpia y brillante. Amable e intenso a su vez como el rayo en la tormenta. Ese era Noru, el garante de la Roca. Su semblante trasluce seriedad, a la vez que unos pequeños ojillos se clavaban en nosotros, protegidos por un mar de cejas abundantes y un rostro de profusas facciones. Su túnica color crema, más su cabeza rasurada y el intenso brillo de sus ojos le otorgan cierta semejanza al de una tortuga que observa paciente cuanto sucede delante de ella. Llega a fascinar la personalidad del mago y el profundo conocimiento que divulga sobre la naturaleza de todas las cosas. Sus elegantes maneras y su delicado diálogo nos cautiva, sorprendiéndonos la extremada delgadez de su menudo cuerpo, donde la piel modela unos huesos que se marcan con precisión sobre el pecho. 

Hombre de gestos dóciles y moderados; sustentador y testimonio de la Ben Ziryhab. El único linaje capaz de hacernos trascender y portador de la memoria viva de la tierra.

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Cartas a Thyrsá –ExLibric- 2018