La capital del Imperio es Luzbarán, situada en el macizo central y linda con el oeste. Desde donde domina el resto de las comarcas y la totalidad del territorio, anteriormente dicha ciudad era conocida como la Ciudad de Lagos, pináculo de mitos y leyendas, aunque la triste realidad del presente se sustenta de manera distinta. Ya que, desde hacía mucho tiempo, se había transformado en un antro plagado de entresijos y traiciones, donde la ambición militar y política de sus dirigentes se habían apoderado del noble ideal comandador. Una vieja inscripción se mantiene intacta sobre su puerta principal y más conocida por el nombre del Ancestro; custodiando el permiso y acceso a la ciudad, aunque, en este presente, todos hubieran olvidado su significado.
«Detente viajero y mírate hacia dentro.
Asegúrate de contener tus manos y tu lengua,
antes de cruzar el umbral».
Antiguo plano de la Ciudad de Luzbarán
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