Cruzamos un puente suspendido sobre el desfiladero llamado Et Jet Saíl, que cuelga sobre un desbordado torrente que cae desde las altas cumbres de la montaña. Impresionadas aceleramos la marcha, conmovidas ante tan ostentoso y vasto paisaje.
Un paraje exquisito e imponente, que colgaba entre dos desgajados cerros, atravesando una senda por donde se desmoronaba el agua, cayendo desde la cima en forma de torrentes y arrasando todo a su paso, como un mar inconforme e iracundo.
Al este podemos dejarnos llevar por una vasta pared de piedra que se levanta en línea recta, dirigiendo la mirada al infranqueable macizo del Itsé, y si continuamos su curso y prestamos suma atención; podemos percibir como un punto borroso en el paisaje, la aldea roja de Madriguera y su Et Jet Saíl, el puente colgante. Luego, por encima de la aldea, se abre la tierra inerte del muro de Medranda hasta Gador.
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Cartas a Thyrsá –ExLibric- 2018
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