viernes, 14 de enero de 2022

Los Códigos del Agua


Fotografía @followmeaway

«Para llegar al fuego, es necesario vaciarse de tu agua estancada
y tú tenías mucha, amor...»


Se cuenta que en Casalún, la culmen profetizaba en una cueva y frente al roble sagrado tras masticar unas hojas de una variedad de una hoja alucinógena que le permitía entrar en trance.

Entonces, la sacerdotisa pronunciaba sus augurios al pie de la fuente sagrada y pronunciaba el oráculo tras masticar unas hojas de la hierba sagrada de belisiana.

Hubo un tiempo en que se pensaba que todo manantial se encontraba bajo la custodia de un guardián o una ninfa del agua. La mayor parte de estos manantiales o pozos se consideraban sagrados, encontrándose casi siempre bajo el cuidado de un Diosa. 


«Sumérgete en el estanque y deja todas tus lágrimas ahí, mi amor. No te las lleves contigo que ya no te pertenecen, no cargues con ni una sola gota de esa agua sucia y estancada, ya no son tuyas y no te corresponden, el dolor ya pasó…».

También, el agua de la fuente, era considerada una fuente de remedios físicos, pudiendo ser empleada además para llevar tranquilidad y sabiduría a la mente.

Así, para muchos, un estanque profundo o un arroyo de corrientes mansas era un lugar para la visión oracular. Casi todas las sacerdotisas del mundo antiguo sabían de sus poderes mágicos y tras tomar un baño ritual eran llevadas a un lugar donde hubieran aguas tranquilas y oscuras. Entonces, utilizaban sus aguas, tal si fuese el reflejo de un espejo, y podían describir sucesos que ocurrían en tierras lejanas o que hubiesen ocurrido mucho tiempo atrás.

Salir fuera a mirar el rostro de la luna reflejado en un estanque constituye un ritual ancestral.

Pregunte a la Diosa y ella os enseñará aquello para lo que estéis preparadas; por lo tanto, mientras permanezcáis en este Bosque, prestad el debido respeto a sus balnearios y estanques sagrados.

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Cartas a Thyrsá –ExLibric- 2018

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