sábado, 12 de febrero de 2022

Los inicios de la danza en espiral


Cuenta la leyenda que la brujería empezó hace más de treinta y cinco mil años, cuando la temperatura en Europa empezó a caer y los grandes mantos de hielo se extendían hacia el Sur; en la rica tundra pequeños grupos de cazadores seguían a renos y bisontes, toros y ciervos. Armados únicamente con armas primitivas, pero según se cuenta algunos de esos miembros de los clanes podían comunicarse con la manada.

Estos sabios chamanes podían sintonizar con los espíritus de la manada y al hacerlo eran conscientes del ritmo pulsante que infunde la vida, la danza doble espiral, girar hacia dentro y hacia fuera. No se expresaban intelectualmente, más bien en imágenes; la Diosa madre la dadora de vida, que trae toda la vida a la existencia y el Dios astado, cazador y cazado, que atraviesa eternamente las puertas de la muerte para que la nueva vida pueda continuar.

Los chamanes se vestían de pieles y cuernos identificándose con el Dios, las sacerdotisas presidian sus ceremonias desnudas encarnando la fertilidad de la Diosa.

La vida y la muerte suponía una corriente continua, los muertos eran enterrados como si estuvieran durmiendo y bajo construcciones en forma de útero rodeados de sus herramientas y ornamentos, para que así pudieran despertar a la nueva vida.

La danza espiral se veía en el cielo, en la luna que muere cada mes y vuelve a nacer, en el sol, cuya luz creciente trae el calor al verano y cuya disminución trae el frío del invierno. Los registros del paso de la luna eran marcados en hueso, la Diosa era representada sosteniendo un cuerno de bisonte, que también representa a la luna creciente.

Así el hielo se retiró. Algunos clanes siguiendo al reno y al bisonte se adentraron en el norte lejano. Algunos pasaron el puente de la tierra de Alaska y llagaron hasta las Américas. Aquellos que permanecieron en Europa se dedicaron a la pesca, a la recolección de plantas salvajes. El hombre vivía en campamentos, mientras se perfeccionaban las herramientas.

Quienes poseían el poder interior aprendieron que este aumentaba cuando trabajaban juntos. A medida que los asentamientos aislados se convirtieron en aldeas, los chamanes y sacerdotisas unieron sus fuerzas y compartieron sus conocimientos. Se formaron las primeras asambleas de brujos. En profunda armonía con la vida vegetal y animal, domesticaron lo que antes cazaban. Las semillas ya no solos se recolectaban; se plantaban para que crecieran ahí donde eran colocadas. El cazador se convirtió en el señor del clan y la dama de las cosas salvajes se convirtió en la madre cebada y los ciclos de la luna y el sol marcaba las épocas de siembra.

Y, en las tierras que antes habían estado cubiertas de hielo un nuevo poder fue descubierto, una fuerza que corre como manantiales de agua de la tierra misma. Las sacerdotisas descalzas localizaron las líneas energéticas de la hierba. Se descubrió que ciertas piedras aumentaban el fluir del poder y fueron colocadas en los puntos adecuados en grandes líneas y círculos que señalan los ciclos del tiempo…


The Spiral Dance
 Starhawk

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Pinocho, la puerta secreta.

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